Andanzas, sandungas y amoríos

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Me regresas a la tradiciÓn oral, al relator de cuentos, leyendas y de una que otra mentira, a esta tradiciÓn milenaria de mi cultura zapoteca. Y te voy a contar muchas cosas porque eres mujer, me dijo don AndrÉs un dÍa de agosto de 2005, en que lleguÉ a visitarlo por encargo del maestro Juan AlcÁzar, con el fin de platicar sobre Rufino Tamayo. Una a una sus palabras y frases revelaban andanzas y vivencias cargadas de humor y picardÍa. En el transcurso de los meses y de numerosas visitas yo escuchaba, guardaba su voz en mi grabadora y anotaba: fue un regalo inesperado. AsÍ armamos pequeÑos relatos, juntando recuerdos desordenados. El hilo conductor fue el asombro y el regocijo. Comer la fruta prohibida es el origen de la sabidurÍa, y el verdadero conocimiento consiste en conocer a la mujer, decÍa. Hemos vivido caminando y seguimos caminando, haz un libro y cuenta todas estas mentiras: publÍcalo, dijo don AndrÉs en este 2006. Voy a cumplir cien aÑos, repetÍa; en estos aÑos he buscado la alegrÍa, no el llanto, porque a reÍr aprendÍ, llorar siempre supe. Tengo el plan de vivir hasta los 105 aÑos y se tienen que reflejar en mi rostro y en mi corazÓn. Usted, don AndrÉs, no tiene edad, lo que si tiene es una enorme gentileza, una buena dosis de ironÍa, una magnÍfica irreverencia y un tremendo caudal de vida.
 

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