Irresponsable: recuerdos de la universidad; novela argentina

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Editorial Minerva, 1924 - 219 pages
 

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Page 121 - ... gracia a su amigo médico. Éste lo diseca sin piedad en un larguísimo discurso de anatomía moral y social que el irresponsable interrumpe sólo de vez en cuando con palabras de arrepentimiento y autodefensa tímida. Es, las más de las veces, un habla positivista e inclemente, a veces hasta cruel: eres un desgraciado, uno de tantos, en los que se cumple fatalmente una ley de herencia, de la que pocos pueden substraerse. Felizmente para ti, el medio social en que has vivido, la educación que...
Page 112 - Qué cambio tan radical ha venido operándose en esta sociedad, reducida ayer a cuatro gatos y hoy a un hervidero de gente de todas clases y de todos los países, que se incorporan con su trabajo, con su inteligencia, con su sangre, a la corriente natural del país...
Page 81 - Estamos en la época de la neurosis, la enfermedad de los inútiles, de los débiles, de los pusilánimes" (pág. 239); y más adelante: "En esta sociedad nueva, cosmopolita, que lo va improvisando todo, que se desarrolla con rapidez vertiginosa y que no se preocupa de lo que el hombre es, sino de lo que vale, yo me he cerrado las puertas, aquí donde a nadie se niega la entrada
Page 154 - Comité hervía de gente de toda clase. — Las piezas interiores estaban ocupadas por los personajes más conspicuos; — los miembros de la comisión directiva con cierto aire de suficiencia y de unción que les venía de lo alto. El secretario se había puesto su cuello más almidonado y una levita negra que le daba por las pantorrillas ; estaba embarazado con sus faldones, que en cualquier movimiento se abrían como paracaídas...
Page 154 - Comité, los indispensables para dar a las ma nif estaciones públicas su carácter de grandes asambleas en plena calle, a los gritos de viva fulano y mengano, en medio del estrépito de la música destemplada y de las puertas y vidrieras que se cierran por temor de los estragos.
Page 22 - Mttrger sin tener la distinción del talento y la chispa de la audacia inteligente. Alto, muy alto, flaco, con la flacura del hambre, con una cara puntiaguda, demacrada, amarillenta, con esa piel lisa, estirada, como si algún maleficio le hubiese hecho perder la movilidad que da la expresión fisonómica. Los ojos negros, tristes, pensativos, que vagaban en dos órbitas demasiado grandes, ahuecadas como las de un muerto; frente alta, fugitiva, con arrugas prematuras y más acentuado que en el resto...
Page 25 - Jos imanes . . . señor ... no los sé ... Desapareció como una sombra sorprendida por un rayo de luz que la borra de improviso; y se deslizó por la escalera, haciendo sonar sus canillas largas y descarnadas y los fuelles de sus zapatos agujereados.
Page 17 - ... preguntaban gravemente las bolillas del programa para hacer gimnasia de la memoria. Los filósofos, que se habían dejado crecer el cabello y lo usaban alborotado, como si la filosofía y los peines fueran enemigos irreconciliables; que escribían versos llenos de desaliento, y para quienes la vida era a los veinte años una carga abrumadora, la mujer una serpiente de cascabel y los hombres un almacigo de...
Page 33 - Cuántas reflexiones se agolpaban a nuestra imaginación al pensar en las condiciones de ese cadáver que teníamos por delante ! Era para nosotros simplemente una muerta para la clase de anatomía, que iba a ser abierta, cortada, dividida y repartida entre los alumnos, muchos de los cuales se disputarían la mejor presa. L,a belleza de esa mujer nos hacían entrever una historia, borrascosa, triste; una historia que se puede escribir en una página, porque la historia de todas estas desgraciadas...
Page 154 - El secretario se había puesto su cuello más almidonado y una levita negra que le daba por las pantorrillas ; estaba embarazado con sus faldones, que en cualquier movimiento se abrían como paracaídas, — lucía su mejor alfiler, y su anillo de chispa tenía un compañero tan ancho que le impedía doblar el dedo. Iba de un lado para otro, llevando papeles, entregando cartas y notas — dando explicaciones, — escuchando pacientemente las preguntas que le dirigían y sonriéndose con malicia con...

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