Obras completas de D. Jose M. De Pereda: con un prólogo por Marcelino Menéndez Pelayo, Volume 9

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Popular passages

Page 537 - le faltaba esta última condición tan importante, al paso que Andrés, en el punto en que se hallaba de la costa, las reunía todas sobradamente. —Pues ¡adelante!—le dijo el patrón acurrucándose en el panel, porque su cabeza dolorida no podía resistir los azotes de la tempestad,— ¡y que se cumpla la
Page 539 - no se atrevía á respirar. Sobre el monte de Hano había una multitud de personas que contemplaban con espanto, y resistiendo mal los embates del furioso vendaval, la terrible situación de la lancha. Andrés, por fortuna suya y de cuantos iban con él, no miró entonces hacia arriba. Le robaba toda la atención el examen del horroroso
Page 565 - SARGÜETA, loe.—Jargueta: pescado de bahía. SUTILEZA, loe-—Sutileza: la parte más fina del aparejo de pescar, donde va el anzuelo- Las hay de alambre, de cordelillo y de tanza. Por extensión, todo cordel muy fino. SUESTE, loe.—Sombrero de lona encerada, con el ala estrecha por delante y muy ancha por detrás. SULA,
Page 541 - á su padre con los brazos abiertos, el sombrero en la mano, y la espesa y blanca cabellera revuelta por el aire de la tempestad. Aquella emoción suprema acabó con la fuerzas de su espíritu; y el escarmentado mozo, plegando su cuerpo sobre el tabladillo de la chopa, y escondiendo
Page 538 - á éste;—enfilando por la proba el alto de Rubayo y el Codío de Solares, es la media barra justa. — Cierto—respondió amargamente Andrés, sin apartar los ojos de la boca del puerto, ni sus manos del remo con que gobernaba;—pero cuando no se ven ni el Codío de Solares ni el alto de Rubayo, como ahora, ¿qué se hace,
Page 531 - lluvia; los saltos vertiginosos de la lancha, y la visión de su sepultura entre los pliegues de aquel abismo sin límites. Sus ropas estaban empapadas en el agua de la lluvia y la muy amarga que descendía sobre él después de haber sido lanzada al espacio, como densa
Page 533 - las olas y arrastrados al capricho de la tempestad. Y viéndolos á todos así, llegó á ver á Mules; y viendo á Mules, sa acordó de su hija; y acordándose de su hija, por una lógica asociación de ideas llegó á pensar en todo lo que le había pasado y
Page 17 - á Sula más que media galleta dulce; un botón del provincial de Laredo á Toletes, y un higo paso á Guarín. —Del lobo un pelo, hijos—les dijo en seguiTOMO IX 2 da el pobre exclaustrado;—otra vez será menos.-., y peor. Y ahora... ¡hospa, canalla!... Pero, aguárdate un poco, Muergo. Los muchachos, que ya
Page 528 - del Mar. De pronto percibieron sus oídos un pavoroso rumor lejano, como si trenes gigantescos de batalla rodaran sobre suelos abovedados; sintió en su cara la impresión de una ráfaga húmeda y fría, y observó que el sol se oscurecía y que sobre la mar avanzaban, por el Noroeste, grandes manchas rizadas, de un verde casi negro. Al mismo tiempo gritaba
Page 5 - da, por ende, que á vuestros juicios le someto y que sólo con vuestro fallo me conformo. Perdone, pues, la crítica oficiosa si, por esta vez, la pierdo el miedo. No se fatigue arrastrando el microscopio y metiendo las pinzas y el escalpelo entre las fibras de estas páginas; déjese, por Dios, de invocar nombres de extranjis para ver

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