Obras de D. Manuel Tamayo y Baus ...: Virginia. Virginia (nueva ed.) La locura de amor. La ricahembra

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Est. tip "Sucesores de Rivadeneyra", 1899
 

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Page 260 - Dame en vez de esplendente diadeína de oro, una corona de flores tejida por tu mano; en vez de regio alcázar, en donde siempre hay turbas que nos separan, pobre choza en donde sólo nosotros y nuestros hijos quepamos; en vez de dilatados imperios, un campo con algunos frutos, y una sepultura que pueda contener abrazados nuestros cuerpos; tu amor en vez del poder y la gloria, y creería yo entonces que pasaba del purgatorio al paraíso.
Page 386 - ... el mal que hizo, cual fantasma implacable; que si los dirige a otro lado, allí, el bien que estaba en su mano haber hecho le acosa y le aterra; que si los vuelve al cielo, ve entre su culpa y la misericordia divina el mar de llanto vertido por su pueblo.
Page 239 - Más ha de veintitrés años que te dediqué esta obra, escasa de mérito como todas las mías, pero no escasa de ventura. Traducida está al portugués, al francés, al italiano y al alemán. y aún sigue representándose con aplauso en los teatros españoles. Encomié al dedicártela tus virtudes: de entonces acá no has vivido sino para seguir dando testimonio de bondad sin límites, de sobrenatural fortaleza, de santa abnegación. Te dije entonces que nunca te faltarían mi amor y mi respeto:...
Page 261 - ... dichas ; y mi corazón sólo responde, amo en cada uno de sus latidos, y quiero llorar como reina arrepentida, y lloro como mujer enamorada. ¿Qué más? Si hoy bajara un ángel del cielo y me dijese: en mi mano está remediar tu desgracia deshaciendo lo hecho y volviéndote...
Page 358 - ... gente, señores míos ; tal es vuestro derecho; para enterrarla viva aún no tenéis licencia. Pero ¿qué? ¿También vosotros os enojáis? ¡Todos malvados! (Con acento de cólera.) ¡Todos necios! (Riéndose.) REY. — Ved que yo por más tiempo no puedo tolerar... REINA. — Y a ti, Felipe, ¿qué podré decir para consuelo de tu pena? (Apartándole de los demás, y en voz baja.) Que harto bien pagada está la corona de Castilla con tus estados de Borgoña y de Flandes ; que aún necesitas...
Page 260 - Existe el que me dió el ser, existen las prendas de mis entrañas, hay un Dios en el cielo que a todos nos redimió con su sangre. Pues bien, óyelo y duélete de esta infeliz : en mí tienen celos de la esposa, la hija, la madre, la cristiana. Sí, lo conozco, es un crimen : ofendo a la naturaleza ya Dios : por eso el cielo me castiga ; pero ¡ ay de mí ! que no lo puedo remediar.
Page 8 - El público de nuestros días quiere que la acción de la obra dramática se enlace primero para ser desenlazada después, y no que sea, como sucede en la tragedia puramente clásica, un desenlace prolongado. El público de nuestros días querría que Medea no fuese sólo la venganza: querría que fuese el amor, el sacrificio, el desengaño, el dolor, la cólera, los celos, la mujer y la madre y la venganza, al fin, triunfadora de todo».
Page 384 - ... a ellos se les esté muriendo la esposa o el hijo, iré yo también a decirles que tengan valor. (Medita en silencio.) No hay remedio. Se muere. Dios se le lleva: me le quita porque le quiero demasiado. Me enmendaré. ¡ Le querré menos si vive! ¡ Ay Dios de mi alma, que si le pierdo voy a quererle más! (Otra breve pausa.) ¡Y no hago nada! ¿Y qué puedo hacer? Siento que no esté Aldara aquí. Dice que se arrepiente de haberla amado. ¿Quién sabe? Quizá viéndola se reanime. ¿Qué no...
Page 345 - ¡Loca!... ¡Loca!... ¡Si fuera verdad! ¿Y por qué no? Los médicos lo aseguran, cuantos me rodean lo creen... Entonces todo sería 1820 obra de mi locura, y no de la perfidia de un esposo adorado. Eso eso debe de ser. Felipe me ama ; nunca estuve yo en un mesón ; yo no he visto carta ninguna ; esa mujer no se llama Aldara, sino Beatriz ; es deuda de don Juan Manuel, no hija de un rey moro de Granada. ¿Cómo he podido creer tales disparates? Todo, todo efecto de mi delirio. Dímelo tú...
Page 7 - Para que la tragedia conquiste en nuestros días el puesto preferente que le corresponde, es fuerza romper la cadena que en cierto modo une aún la tragedia moderna con la antigua.» «La tragedia clásica, á mi ver, puede reformarse y regenerarse como la comedia y como el drama mismo, sin perder el sello peculiar que la distingue; sin confundirse en manera alguna con el drama llamado romántico, sin dejar de ser, respecto de los demás géneros de literatura dramática, lo que el severo y majestuoso...

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