Primavera y Flor de Romances ò coleccion de los mas viejos y mas populares romances Castellanos con una introduccion y notas, Volume 2

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En casa de A. Asher y comp., 1856 - Ballads, Spanish
 

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Page 16 - Por el mes era de mayo, cuando hace la calor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor, sino yo, triste cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día, ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero ¡Déle Dios mal galardón!
Page 81 - ... nel hondo arriba los hace andar, las aves que andan volando en el mástel las face posar. Allí fabló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: — Por Dios te ruego, marinero, dígasme ora ese cantar. — Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: — Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va.
Page 69 - Nunca fuera caballero de damas tan bien servido como fuera Lanzarote cuando de Bretaña vino, con aquel progreso tan dulce y tan suave de sus amorosos y fuertes fechos.
Page 62 - En la su boca muy linda lleva un poco de dulzor; en la su cara tan blanca, un poquito de arrebol, y en los sus ojuelos garzos lleva un poco de alcohol; así entraba por la iglesia relumbrando como sol.
Page 82 - Apeóse del caballo por hacelle cortesía; puso la niña en las ancas y él subiérase en la silla. En el medio del camino de amores la requería. La niña, desque lo oyera, di jóle con osadía: — Tate, tate, caballero, no hagáis tal villanía; hija soy de un malato y de una malatía; el hombre que a mí llegase malato se tornaría.
Page 32 - Mis arreos son las armas, mi descanso es pelear, mi cama, las duras peñas; mi dormir, siempre velar. Las manidas son escuras, los caminos por usar, el cielo con sus mudanzas ha por bien de me dañar...
Page 361 - Rey las quiso llevar porque sin licencia suya nadie le pueda hablar. Por él rogaban los grandes cuantos en la corte están, por él rogaba Oliveros, por él rogaba Roldan, y ruegan los doce Pares de Francia la natural; y las monjas de Sant Ana con las de la Trinidad llevaban un crucifijo para al buen Rey rogar.
Page 52 - Blanca sois, señora mía, más que el rayo del sol: ¿si la dormiré esta noche desarmado y sin pavor? Que siete años había, siete, que no me desarmo, no. Más negras tengo mis carnes que un tiznado carbón. — Dormilda, señor, dormilda, desarmado sin temor, que el conde es ido a la caza a los montes de León.
Page 61 - ¿Qué hacéis, mala traidora? ¡Hoy habedes de morir! — ¿Y por qué, señor? ¿por qué? que nunca os lo merecí. Nunca besé...
Page 60 - Allí habló la señora, allí habló, y dijo así: — Sácame tú, el caballero, tú sacásesme de aquí; por las tierras donde fueres bien te sabría yo servir: yo te haría bien la cama en que hayamos de dormir; yo te guisaré la cena como a...

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